01 de septiembre de 2013
Actuar ¿correcta o efectivamente?
Algunas escenas del día de hoy en la Ciudad de México mostraban a granaderos siendo agredidos por aquellos que se manifestaban con motivo del Primer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto. Resulta obvio que los tipos de las fotos no son estudiantes ni profesores. ¿Radicales? Probablemente. ¿Grupos de choque contratados por las autoridades? Mucho más probable.
Desde la toma de posesión de Peña el régimen priista regresó con todas sus tácticas de desacreditación hacia los movimientos ciudadanos.
Imágenes como estas me hacen recordar las consignas antipeñistas: "Yo sí leo, no veo Televisa." ¿Dónde están, entonces, las lecturas históricas? ¿Dónde están, pues, las lecturas que nos ayuden a interpretar la realidad y el instante? Porque leer no es memorizar tres libros que hayan marcado tu vida. Leer es una capacidad adquirida para interpretar de manera correcta los signos frente a los que estamos.
Hoy, un articulista de La Jornada escribía respecto a la necesidad de salir a las calles. Hablaba de tres tipos de jóvenes que no saldrían a marchar. Los desinformados, los críticos en exceso, y los que no se sienten identificados por ningún movimiento de resistencia. Dice el texto, hablando de los últimos, aunque el argumento bien cabría también para los críticos: "Como es conocido, ellos tienen sus argumentos y prefieren 'pensar correctamente' a realizar una acción correcta. Yo creo que es preferible salir a las calles para hacer lo justo aún por las razones equivocadas, que permanecer en casa y sin hacer nada por las razones “correctas”. Y es que mirando hacia atrás podemos cambiar nuestra opinión, pero no cambiaremos jamás lo que hemos hecho o dejado de hacer."
Argumentos como éste me parecen medianamente atinados, pues es cierto que el pensamiento políticamente correcto no es siempre el más efectivo. A esto sumemos, que la necesidad de salir a las calles a protestar vulnera la imagen de los manifestantes.
No es un secreto a voces mi cada vez más creciente desconfianza hacia las marchas. Su inoperancia y falta de efectividad llegan cada vez a niveles alarmantes, pues la autoridad las aprovecha para exacerbar los ánimos de la sociedad que se siente afectada en su modus vivendi, y aprovecha esta exposición para construir una imagen negativa alrededor de los jóvenes, gracias al porrismo.
De lo que se habla aquí entonces no es de actuar de manera correcta o no, sino de buscar un mecanismo que nos permita actuar de manera efectiva.Ojalá pronto aprendamos a interpretar correctamente los signos a nuestro alrededor, pues aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla. Agreguemos, además, que, gracias a la efectividad de los métodos gubernamentales, los grupos de resistencia deben enfocar sus baterías en dos frentes: liberar a sus detenidos, y tratar de limpiar su imagen ante la sociedad. Y ese es un gran derroche de recursos que ninguna lucha debe permitir.