viernes, 20 de noviembre de 2009

05 de sptiembre de 2009
Llámalo destino
Hay ciertas cosas en esta vida que son inevitables. Llámalo destino, o como quieras hacerlo, pero el caso es que suceden. Así, de pronto, un día te levantas con la certeza de que te enamorarás de esa alumna que te ha mandado poemas a tu correo electrónico. Después, sin saber cómo, sabes que una tarde harás el amor con ella, sin importante que sea menor de edad, pues sabes que 17 años no son nada, son una línea, la frontera, el límite que tanto amas; tú, que todas las mañanas te recuerdas la noción de que vivir al límite es la única manera de sentirte realizado, pese a que, muy en el fondo, también buscas, contradictoria, paradójicamente, marcar la línea que defina cada situación de tu vida junto a ella.
Hay, pues, ciertas cosas en esta vida que son inevitables. Sabes que pasarán, no sabes cuándo, pero, en el fondo, tienes la certeza de que así será.
Sabes, por ejemplo, que el avejentamiento de tu cuerpo es inevitable. Sabes que algún día las canas y las arrugas estarán ahí, y que cada línea sobre tu piel te contará una historia sobre ella. Sabes también que cada cana tendrá un significado especial, pues quieres creer que cada una de ellas ha aparecido por el milagro de la expresión que tanto dicen por ahí, que me vas a sacar canas del coraje.
Sabes, pues, y tienes la certeza de que estás envejeciendo.
Lo que no sabes, mi querido Juan Carlos, es que un día irás al baño, recordarás la tarde del día anterior y de pronto comenzarás a tocar tu cuerpo. No sabes que al hacerlo recorrerás esa parte de tu anatomía, ni sabes que violentamente encontrarás una cana de vello púbico entre tus piernas. No lo sabes, porque aunque tienes la certeza que te estás haciendo viejo, no querrás admitirlo.
Cerrarás los ojos. Tendrás tu epifanía, una más (una cana más al aire), y de pronto sabrás, aceptarás lo inevitable, lo francamente inevitable, y disfrutarás la mejor parte de esa cana que se asoma entre tus piernas. Estás envejeciendo a su lado.
(Por si no te quedo claro, lo inevitable es envejecer, lo divertido es hacerlo a tu lado.)