domingo, 18 de marzo de 2007

25 de febrero de 2007
Yo
Y es entonces cuando, después de toda una larga perorata que ha insistido en ciertos puntos del mundo de hoy, llega el preciso momento de hablar sobre mí. ¿Y por qué esperar hasta las postrimerías de este experimento alfabético para dedicarme unas cuantas líneas? La verdad es que, gracias a la literatura, entendiéndola en el sentido etimológico de letras, uno adquiere esa extraña capacidad de atisbar ciertos indicios acerca de la propia personalidad.
Pienso entonces ¿qué otra cosa es la escritura mas que la continua redacción del yo? Mis constantes devaneos a lo largo de diferentes escritos me han demostrado ciertas inclinaciones hacia algunos tópicos que me parecen por demás fascinantes. El primero, el que parece el más obvio de todos, es el de la sociedad.
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Algo está terriblemente mal en este mundo. Los signos son evidentes y están ahí para corroborarse en las lecturas. Sin embargo, ése es uno de los principales problemas de la sociedad. Somos incapaces de decodificar adecuadamente un sistema que, pese a todo (y so riesgo de sonar a panfleto de izquierda o derecha), refleja injusticia, desigualdad y privilegios para unos cuantos.
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Un segundo tema que prevalece en mí es el del amor. Respecto a éste, he de aclarar que lo veo desde las perspectivas occidentales y orientales. La primera, valga la obviedad, se debe al medio en el cual vivo, el mundo de occidente, el mundo del “primero para mí.” Sin embargo, diversos encuentros con personas de ideas afines me muestran la inquietud por hablar del amor que se irradia, aquel que se brinda no para obtener algún beneficio del otro, sino sólo por el puro placer de brindar lo que uno tiene. Y es que, siendo sinceros, uno no puede buscar lo que no tiene en otra persona. ¿O cómo demonios exigirle al ser amado la paz que nosotros mismos no podemos encontrar?
Caigo entonces en la cuenta de lo egocéntrica que resulta la visión del mundo occidental, pensada más en los beneficios y ganancias a obtener en cualesquier ámbito se esté. Por esto se vuelve menester cambiar el gandalla principio de la satisfacción del yo por encima del beneficio colectivo. Así, y sólo así, podremos observar una cambio en nuestra sociedad.
1 de marzo de 2007
Zarandajas
Zigzagueando entre conceptos e ideas diversas llegué a la conclusión de cómo poner el punto final a esta serie de extrañas reflexiones alfabéticas. Así, la amplia gama de posibilidades que se me ofrecía arrojaba desde un zambombazo versallesco, juegos de palabras relacionados al heroico pueblo de Zacatelpo en diminutivo, hasta llegar a las sabias palabras del amigo Zizek. Ante ese mosaico, y después de elucubrarlo largo tiempo, decidí que sería mejor escribir sin decir algo en especial.
¿Y qué sarta de zarandajas planea decir este idiota? Se preguntará lleno de estupor el lector acostumbrado a leer, desde un inicio, la tesis que se tratará en el cuerpo del texto. Y aunque usted no lo crea, la misma ya ha sido planteada. Éste será un recuento de todo lo aprehendido en la duración de este singular trabajo.
Ante todo comenzaré clamando por la compasión del lector que durante 27 diferentes textos tuvo que enfrentarse a variopintos recursos empleados por este escribidor para iniciar sus devaneos con la letra en cuestión. Muchas veces cedí al impulso de refugiarme en la facilidad que ofrecen las formas adverbiales terminadas en –mente. Otras más, ante la falta de ideas propositivas, fue una simple palabra seguida de punto la que daba pie a la necesaria perorata nuestra de cada día.
Lo interesante de todo esto es que no me arrepiento de lo que hice. Asumí, desde esta discreta posición, la obligación que todo intelectual en vías de desarrollo necesita: comprometerse con el constante crecimiento de su estilo, pues sólo así será capaz de reflejar la condición humana de sus tiempos.
Ahora, es de capital importancia reconocer que el progreso alcanzado no se debe solamente a sentarme frente a un monitor y redactar como enajenado las 24 horas del día. Agradezco a cada una de las personas que han aportado algo de sí para mi formación como individuo.
A Eduardo Ortiz Arámbula y Mauricio Díaz Calderón por ser la guía académica e insistir en la diaria redacción del yo. A Manuel Romero Gómez y Omar Sánchez Villegas por las incontables horas de jugar al intelectual en potencia (sin contar la evidente amistad que nos hermana). A mis amigas por su constancia (ustedes saben quienes son; parecería necio que se los recordara). A Perla y Saray por la experiencia de vida compartida (de lejos o de cerca, que da igual). A César y Martín por guiar mis perspectivas durante seis años. A quienes han dado comentarios y opiniones, a los que llegan, a los que se van...
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No me considero perfecto y, sin embargo, creo que dentro de mis virtudes existe el equilibrio entre decir y hacer. No se trata de una zarandaja más. El ser humano debería notar en dicha frase la quinta esencia de todo pensamiento y asumirla como una perspectiva, no como una obligación...
2 de marzo de 2007
¿Historia o tradición?
Aquel que no conoce la historia está condenado a repetirla.
Dicho popular
No hace ni quince minutos que, mientras comía, me dedicaba a observar lo que algunos sabios han dado en llamar la caja idiota. El tenor de las noticias sigue siendo el mismo. Primero viene la versión seria y feminoide de Lolita Ayala, siempre tan incluyente y tan políticamente correcta, que aquello más bien parece un retrato del ciudadano ideal: acrítico, receptivo y siempre en busca de la nota amable.
Sin perder tiempo, la “Señal diferente” ofrecida por canal trece, se dedica a derridear (o deconstruir, pues), en un mismo programa, a Fuera de serie, conducido por Sofía Vergara y a Primer Impacto, con la presencia de Mirka de Llanos. Hechos Meridiano toma entonces, del primero, la imagen del conductor bigotón y buena onda; mientras recoge, del segundo, las banalidades que más se asemejan a la fábula (por la moraleja que suelen brindar) que a la noticia.
El contra ataque televiso es simultaneo. Asistiéndose de la estereotípica imagen de la mujer voluptuosa, Galavisión ofrece su mexican version of Primer impacto. Fue en este espacio donde, retomando el hilo conductor de este texto, escuché una noticia digna de las más airadas protestas encabezadas por Monsiváis, Poniatowska, et. al.
Así pues, durante la última representación del vía crucis de Ixtapalacra, en el cerro de la Cruz, se descubrieron los vestigios arqueológicos de una pirámide cuyas proporciones son superiores a las de la pirámide de la luna. El siempre eficaz equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia acudió de inmediato a corroborar el hallazgo sólo para declarar que, bajo ningún motivo, realizarán una investigación al respecto. De hacerlo, pronunciaron estos enanos mentales, atentarían contra el lugar en donde, año con año, se efectúa tan insigne celebración...
Ahora, señoras y señores, damas y caballeros del jurado, apelo aquí por el derecho que tenemos para conocer nuestra historia. Favorecer la preservación del status quo, la supremacía del mito sobre la historia, equivale a regresar a los sistemas medievales de pensamiento. Peor aún. En el medievo el conocimiento existía para unos cuantos, pero ahí estaba. Lo que se pretende con iniciativas de este tipo equivale a la negación del pasado, a la negación de la historia.
Propongo entonces a estos individuos ir un paso adelante. ¿Por qué no crear un índice de libros prohibidos? Mejor todavía. ¿Qué tal una quema publica de los mismos? ¿Por qué no perseguir a todos aquellos que se atrevan a tener alguna noción de historia? Señoras y señores, welcome to the jungle, bienvenidos a una etapa más de oscurantismo, de incomprensión a lo otro, de ideas universales y fundamentales acerca de lo que debe y no debe ser. De no reconocer que aquello de “al pueblo pan y circo” sigue tan vigente como hace dos mil años.
3 de marzo de 2007
¿Cultura o alienación?
Pocas cosas tan contradictorias tiene la ciudad de Guadalajara como esa suerte de tianguis del Chopo cuyo apelativo poca o nula relación tiene con lo que trata de nominar. Claro, no me propongo discutir aquí ninguno de los postulados de las diferentes teorías del signo que pululan por el mundo. Mis intenciones son un tanto más sencillas: trato de explicar un fenómeno tan complejo llamado tianguis cultural.
Claro, es necesario abordar en primera instancia una serie de conceptos cuya intención, en todo caso, será tratar de aterrizar un poco mis dispersas ideas. Tomemos, por ejemplo, y no tan azarosamente, la palabra contracultura, entendida por una aplastante mayoría como aquello que va en contra de la cultura. Nada más alejado de la verdad, pues la counter culture viene, en realidad, a dar equilibrio a lo ya establecido. Entendámoslo entonces como esa serie de transgresiones al canon que lo único que hacen es renovar el estado del arte, cualquier cosa que eso signifique...
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Rebelarse vende, como bien afirma desde su título el libro publicado por sello editorial Taurus durante el 2005. En ese sentido, la contracultura, al menos la conocida a partir de los mil novecientos sesenta, dejó de ser, como de hecho lo hacen todas las nuevas manifestaciones, una corriente que se manifestaba contra el consumismo exacerbado. La contracultura, como bien dice Rogelio Garza, se convirtió en cultura, negocio, moda e institución (Rogelio Garza. “Cultura y contracultura ¿En contra o en equilibrio?” La Mosca en la Pared. Año 8, núm. 52. Noviembre, 2001. Págs. 14-15).
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El problema de la contracultura aparece cuando, de pronto, ésta se convierte en moda. Obvio, los entes habitantes de este inframundo utilizan terminajos religiosos para declarar abiertamente su simpatía hacia ese algo que está en boca de todos. Películas, figuras o grupos musicales pasan a ser “objetos de culto” que es necesario poseer para estar a la vanguardia. Y si el arte o la cultura nos ofrecían, hasta donde el concepto lo permite, una identidad propia, el mundo contracultural y consumista de hoy dicta símbolos universales que deben ser seguidos y adorados de manera inmediata.
Regreso al asunto que hoy nos concierne, al del célebre tianguis cultural. Francamente me parece risible circular por las avenidas planeadas entre negocio y negocio sólo para encontrarme en medio de una multitud de seres uniformes cuyos rasgos nada distintivos son la imagen de niño bien, dispuesto a formar parte de la nueva alienación de RBD; la calaverita de El extraño mundo de Jack del buen Burton (quien sin duda es más que esa película); y tenis Vans o Converse a manera de complemento.
La cuestión con los espacios contraculturales es la siguiente: parece que más allá de ofrecer cultura y señas de individualidá (con el debido respeto al léxico tapatío) la mayoría de los burgueses ahí establecidos pretenden, más que sugerir, instituir. Esa institución resulta evidentemente negativa, pues la cultura deja de lado lo propositivo para convertirse en un asunto peligrosamente militante...