martes, 20 de agosto de 2013

Marchas y desgastes

10 de junio de 2013
Marchas y desgastes
Hoy, en la conmemoración del “Halconazo” hubo detenidos en el DF. Independientemente de la filiación de los mismos, me pregunto: ¿Somos tan idiotas para seguir marchando cuando sabemos que tenemos un aparato represor? ¿A poco no tenemos ni tantita inteligencia como para hacer otras cosas que no sean marchas? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender a identificar a las personas que van a provocar disturbios? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender que se puede marchar siempre y cuando contemos con planes de contingencia para evitar vandalismo? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender que no somos sacos de golpeo para las autoridades? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender que se necesita inteligencia para organizar una marcha? ¿A las cuántas marchas reprimidas vamos a aprender que para que una marcha no sea reprimida se necesita de un verdadero apoyo popular? ¿A las cuantas marchas reprimidas caeremos en la cuenta que el activismo requiere propuestas y no catarsis callejera?
Que conste en las actas: no hago estas preguntas para molestar o demeritar los esfuerzos de “resistencia civil”, contrario a lo que muchos de mis ex compañeros del movimiento estudiantil #YoSoy132 piensan. En ese sentido puedo decir que me refugio en la voz de mi experiencia organizando las primeras marchas anti Peña en la ciudad de Guadalajara, y colaborando en la organización de algunas de las posteriores marchas de dicho movimiento.
Dichas manifestaciones tuvieron saldos blancos porque en su momento tuvieron un equipo de hasta más de 30 personas que las planeó; evitó en la medida de lo posible, una afectación total del tráfico de la ciudad; estuvo en comunicación constante; recorrió a pie, en bici y con carros por calles paralelas la ruta de la marcha; e incluso se contó con avanzadas que nos avisaban de cualquier incidente. Existieron, además, otros factores que fueron decisivos, pero en general puedo afirmar que a quienes les encanta convocar marchas pasan por alto elementos tan sencillos como los antes mencionados.
¿Marchar por marchar? ¿Marchar para mostrar el músculo? ¿Marchar para ganar simpatizantes? ¿Marchar como señal de catarsis colectiva? ¿O preferir, de vez en cuando, la inteligencia y la planeación?

martes, 6 de agosto de 2013

Una historia de Superman

30 de mayo de 2013
Una historia de Superman
Cuando se habla de historietas y superhéroes se menciona, de manera imprecisa, que hace 75 años fue la primera aparición del hombre de acero. Sin embargo, todo comenzó en 1933 con la publicación del cuento “The reign of the Superman.” Original de Jerry Siegel, este personaje fue mejorado con el paso de los años por el mismo Siegel y el dibujante Joe Shuster. Así, Superman pasó de ser un villano calvo con los dones propios de un telépata (habilidad, por cierto, muy común en las historias de la época) al héroe de capa roja que apareció tal como lo conocemos en el hoy mítico Action comics #1. Con esto, junio de 1938, fecha de portada de dicha historieta es, también, la fecha que marca el principio de los superhéroes de historieta.
Superman sin duda refleja muchos valores de la cultura americana, y él mismo es una representación de ese sueño: nos encontramos ante un extranjero que  trabaja duro en el campo de los estados conservadores, atado a un rígido código moral de verdad y justicia.
Sucesivas reescrituras al canon del héroe se han dado en 75 años. Una de las más significativas es la de los 80, donde no sólo se reescribió el pasado de Superman, sino de buena parte del universo de DC Comics. John Byrne fue quien trajo una de las épocas más gloriosas que tuvo el hombre de acero con una miniserie titulada The Man of Steel. Con esta serie crecí, y eso explica un poco el por qué Superman es uno de mis héroes favoritos de todos los tiempos.
La línea argumental de esta década hizo que Superman por primera vez se nombrara juez y verdugo. Para contener la amenaza que representaban el General Zod, Zaora y Quex-Ul, Kal-El decide matar a los kriptonianos responsables de la muerte de los habitantes del planeta tierra de un universo de bolsillo. Este fue un acto que desquició a quien juró proteger todas las vidas, y así dimos con el Superman más humano de todos, el que con el paso de los años se mostró vulnerable, incluso a la muerte.
Sin embargo, faltaban mejores cosas para el hombre del mañana, quien decide que es tiempo de revelar a Lois Lane su identidad secreta. Comenzaban los 90, una década extraña para los cómics, sobre todo para las editoriales clásicas del género, que, agobiadas por las bajas ventas, comenzaron a tomar giros argumentales nunca antes imaginados. Fue así que editores, guionistas y personas involucradas en el mundo del cómic deciden que Superman debía morir. Se anunció un gran crossover que muchos creímos una locura. Lo que prometía ser un gran argumento fue también un gran éxito de ventas, y en Superman #75, el último hijo de Kripton muere a manos del que hasta el momento era un enemigo desconocido: Doomsday.
Dan Jurgens, quien en los últimos 25 años ha sido uno de los guionistas y dibujantes más constantes de Superman, se esmeró para el número de su muerte y logró unas viñetas ágiles, épicas, llenas de drama y fuerza en los trazos. Luego de una batalla épica, el coraje de un héroe dispuesto a sacrificar su vida, y una emotiva despedida, llegó el momento en que Superman murió.
Luego de la muerte de Superman, DC eligió el dinero sobre la calidad en los argumentos de su héroe insignia. La muerte del hombre del mañana fue temporal, y no pasó mucho tiempo para el regreso del héroe de capa roja. En el 97 renuncié a la lectura de esta compañía, aunque seguí la lectura de algunos argumentos fuera de su continuidad habitual. Entre ellos destaco Kingdom Come, una novela gráfica distópica, con el argumento de Mark Waid y el arte excelso de Alex Ross.
Lamento no haber leído los argumentos del 2000 de DC. Parece ser que en algún momento regresaron las buenas ideas y el desarrollo de los personajes. Lois Lane y Clark Kent al fin son una pareja formal, adoptan un hijo kriptoniano que resulta ser hijo del General Zod, quien además se sacrifica para cerrar la zona negativa. Más historias aparecen en esta época que se ve marcada por las diversas rupturas de los multiversos de la editorial. La más grande fue sin duda Final Crisis, y por último la paradoja temporal de Flashpoint. Es un hecho que Superman deja de ser el centro del universo DC y muchas grandes aventuras importantes serán desencadenadas por Flash, Green Lantern u otros héroes de la segunda línea. Lo mejor de esta época son los lápices de Jim Lee y el regreso de Grant Morrison a DC.
En 2011, justo al iniciar la década, DC Comics decide reiniciar la numeración de sus series, así como reescribir gran parte de su mitología y actualizar el canon de sus héroes y villanos. En el caso de Superman el reinicio fue medianamente afortunado. Aunque se respeta muchísimo la idea de John Byrne, también se retoma el origen real del hombre de acero. Un hombre en camino a su grandeza, con preocupación social, y la arrogancia de la juventud. El cambio más importante es que por fin, luego de 73 años, Superman aprendió que los calzones van debajo de los pantalones.
Con el reinicio del universo DC, muchos argumentos previos se perdieron. Lois y Clark ya no son pareja, y aunque la tensión existe, también se revivió la llama entre Diana Prince y Kal El. El hombre de acero no asume la personalidad de Superman o de Clark Kent, y se asume a sí mismo como el último hijo de Kriptón.
Pese a este legado, las adaptaciones de Superman a la pantalla chica y grande no han sido del todo afortunadas. Acaso, la versión de Christopher Reeve, Marlon Brando, Gene Hackman, con guion de Mario Puzo, fue la que más sobresalió, sobre todo en sus dos primeras entregas. La saga fue perdiendo el brillo hasta llegar a una cuarta parte bastante deprimente. Ahora que Warner está preocupada por la competencia que Disney/Marvel representa para el cine de superhéroes se prepara un reinicio para la historia en pantalla grande del hombre de acero. Con esto, a sus 75 años, el último hijo de Kriptón sigue vigente por su propia historia, y no por los escándalos, de los cuales tampoco ha estado alejado, pero esa es otra historia.

lunes, 5 de agosto de 2013

Activismo y simulación

14 de mayo de 2013
Activismo y simulación
A un año del inicio de las actividades del movimiento #YoSoy132 leo una columna que afirma lo siguiente: “El peor error que cometimos fue habernos organizado.” Al haber sido parte activa del grupo puedo exclamar: ¡Ah, cabrón! ¿Pues cuál pinche organización? En lo que sí concuerdo es en esto: “La propia mediocridad política de la dirigencia del movimiento terminó por hundirlo.”
Esa mediocridad sigue ahí, reflejada en las siguientes actitudes: si a un 132 le dices que el movimiento actualmente es mediocre, te dirá algo sobre los procesos y los aprendizajes, siempre positivos, y alegará además que casi toda crítica hecha al movimiento es chafita y sin conocimiento de causa. ¿Se cumple un año de “la simulación de la protesta social”? Sí, porque nuestra “resistencia” chafita y pinche sólo valida un discurso donde el priismo queda como un grupo tolerante, que permite las críticas, aunque en el fondo amedrente con el fantasma de la represión. #YoSoy132 no es la opción para “revolucionar” el sistema, pues con cada acto lo valida y lo prolonga a costa de la propia traición a sus consignas: “si hay imposición habrá revolución.”