domingo, 15 de junio de 2014

Bajo la misma estrella

12 de junio de 2014
Bajo la misma estrella
Hace algunos días confesaba con cierta culpabilidad mis deseos de ver la película titulada Bajo la misma estrella, basada en el libro homónimo de John Green. Debo añadir que el sentimiento no es gratuito y que además es genuino. A continuación explico por qué.
John Green, nacido en Estados Unidos en 1977 es un escritor enfocado al mercado juvenil. Identificar el nicho de mercado de este autor es pertinente, pues su obra está plagada de protagonistas cuya edad ronda los 15 y los 18 años: la chaviza adolescente que puede identificarse con sus personajes, sus situaciones y sus historias, pues. El problema que esto me representa es que en la actualidad el mundo vive una homogénea adolescencia que se extiende a los 30, 35, y hasta a los 45 años de edad sin que el número pareciera detenerse pronto.
No se me malinterprete: la obra de Green no me parece abominable o aborrecible (peores cosas se han leído de forma masiva), e incluso su lectura me ha invitado a la repetición de alguno de sus títulos. Estamos ante un joven escritor que me parece ha encontrado en su primera obra, atractiva y bien escrita, por cierto, un nicho de mercado del cual difícilmente podrá separarse. Buscando a Alaska, novela iniciática donde el joven Miles ("and miles to go before I sleep") busca dos esencias que encuentra en la presencia (¿o en la ausencia?) de la  por siempre joven Alaska Young.
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Existen realidades tan brutales que incluso la palabra no puede nombrar. Nos encontramos en estos casos ante lo inefable, lo indecible. ¿Cómo se le llama a una madre que ha perdido a su hijo? ¿Por qué al hijo que pierde a su madre sí se le dice huérfano, pero somos incapaces de siquiera nominar un dolor o estado tan terrible como el antes descrito?
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John Green es ahora un referente más de la cultura pop. Quien lo lea se fijará más en sus referencias a Prince o a Peter Gabriel que en sus no tan veladas menciones a Robert Frost, Francois Villon o Gabriel García Márquez, por mencionar a algunos. John Green será recordado por lograr que el papel de dos jóvenes con cáncer que se enamoran sea el prototipo de amor perfecto ("¿quién sería el monstruo capaz de escribir eso?") y que las niñas deseen tener cáncer para encontrar al amor puro y (aparentemente) prohibido por una muerte inminente. Y ese será el pecado de Green, pues aunque trate de mencionar a los grandes de la literatura en su obra, en el fondo el intertexto que más pesará sobre él será el de Stephenie Meyer.