domingo, 18 de marzo de 2007

1 de marzo de 2007
Zarandajas
Zigzagueando entre conceptos e ideas diversas llegué a la conclusión de cómo poner el punto final a esta serie de extrañas reflexiones alfabéticas. Así, la amplia gama de posibilidades que se me ofrecía arrojaba desde un zambombazo versallesco, juegos de palabras relacionados al heroico pueblo de Zacatelpo en diminutivo, hasta llegar a las sabias palabras del amigo Zizek. Ante ese mosaico, y después de elucubrarlo largo tiempo, decidí que sería mejor escribir sin decir algo en especial.
¿Y qué sarta de zarandajas planea decir este idiota? Se preguntará lleno de estupor el lector acostumbrado a leer, desde un inicio, la tesis que se tratará en el cuerpo del texto. Y aunque usted no lo crea, la misma ya ha sido planteada. Éste será un recuento de todo lo aprehendido en la duración de este singular trabajo.
Ante todo comenzaré clamando por la compasión del lector que durante 27 diferentes textos tuvo que enfrentarse a variopintos recursos empleados por este escribidor para iniciar sus devaneos con la letra en cuestión. Muchas veces cedí al impulso de refugiarme en la facilidad que ofrecen las formas adverbiales terminadas en –mente. Otras más, ante la falta de ideas propositivas, fue una simple palabra seguida de punto la que daba pie a la necesaria perorata nuestra de cada día.
Lo interesante de todo esto es que no me arrepiento de lo que hice. Asumí, desde esta discreta posición, la obligación que todo intelectual en vías de desarrollo necesita: comprometerse con el constante crecimiento de su estilo, pues sólo así será capaz de reflejar la condición humana de sus tiempos.
Ahora, es de capital importancia reconocer que el progreso alcanzado no se debe solamente a sentarme frente a un monitor y redactar como enajenado las 24 horas del día. Agradezco a cada una de las personas que han aportado algo de sí para mi formación como individuo.
A Eduardo Ortiz Arámbula y Mauricio Díaz Calderón por ser la guía académica e insistir en la diaria redacción del yo. A Manuel Romero Gómez y Omar Sánchez Villegas por las incontables horas de jugar al intelectual en potencia (sin contar la evidente amistad que nos hermana). A mis amigas por su constancia (ustedes saben quienes son; parecería necio que se los recordara). A Perla y Saray por la experiencia de vida compartida (de lejos o de cerca, que da igual). A César y Martín por guiar mis perspectivas durante seis años. A quienes han dado comentarios y opiniones, a los que llegan, a los que se van...
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No me considero perfecto y, sin embargo, creo que dentro de mis virtudes existe el equilibrio entre decir y hacer. No se trata de una zarandaja más. El ser humano debería notar en dicha frase la quinta esencia de todo pensamiento y asumirla como una perspectiva, no como una obligación...

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