martes, 1 de mayo de 2007

7 de marzo de 2007
La poesía como búsqueda de lo absoluto
Todos sentimos lo que es la poesía; nos funda, pero no sabemos hablar de ella.
El erotismo. Georges Bataille
Nunca me he considerado dentro del tipo de escritores a quienes el lenguaje les parece poca cosa para poder expresar sus sentimientos. Si bien es cierto que la poesía es la expresión por excelencia del sujeto, para mí esa subjetividad queda reducida a la perenne búsqueda de lo inasible y lo infinito.
Que no se me ataque sin razón. Aquel que esté libre de pecado que arroje la primera piedra. He de aclarar a partir de ahora que esto no se trata de una diatriba irracional y sin sentido contra aquellos que, preocupados por regresar al origen, se dedican al oficio de la poesía.
Supongo que, cuando Johan Friedrich Hölderlin se preguntó “¿Para qué poetas en tiempos aciagos?” nunca supuso el alcance de su noble y muy poética interrogante. Es de esperar que tampoco haya imaginado la respuesta ofrecida un siglo después en la voz del más poético de todos los filósofos de la corriente existencialista: Martin Heidegger.
Lo que no debe extrañar es que un exist se plantee este tipo de cuestiones, pues finalmente, desde el mote con el cual se hacen llamar, estos sujetos asumen la postura de ser los expulsados del paraíso. Así, teniendo esto en cuenta, me interesa retomar la poética que pervive dentro del espíritu europeo (¿o debo decir occidental?) desde finales de siglo XIX hasta ya entrado el siglo XX.
Se vuelve visible en esta etapa la insistencia de una serie de poetas por perseguir un absoluto a través del lenguaje. No importa ya ponerle color a las vocales o descubrir el hemisferio en una cabellera. Mientras exista esa idea de lo inasible, y de cómo el lenguaje mismo, a través de su imprecisión, es quien propicia esa imposibilidad de la redacción, se corre el riesgo de encontrar inútil la práctica de la palabra.
Rilke dice: “Nosotros, los de aquí y de hoy, no estamos satisfechos un instante en el mundo temporal, ni estamos ligados a él; avanzamos constantemente, más y más, hacia los anteriores, hacia nuestro origen...” Detrás de esa idea de que todo tiempo pasado fue mejor se esconde la necesidad del hombre por volver a lo primigenio. En ese sentido, la experiencia poética más parece una religión en su sentido etimológico, en el religar al hombre a su origen, a la unidad que fue en tiempos míticos.
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Nunca me he considerado dentro del tipo de escritores a quienes el lenguaje les parece poca cosa para poder expresar sus sentimientos. La imposibilidad de nombrar las cosas, me parece, en todo caso, es responsabilidad única y exclusiva de cada autor. El conflicto poético no trata entonces de qué tan capaz soy o no para decir lo que quiero. La perenne duda del poeta tiene que ver más bien con saber en dónde se está y si se pertenece o no a esa idea paradisíaca (con toda la carga que conlleva hablar de paraíso) de lo absoluto.

3 comentarios:

rogelio garza dijo...

ah, jijos!
te pones medio elevado

más sublime me parece la música
sobre la poesía
de hecho, la poesía es música
escrita con palabras
pero hay momentos en la vida
en los que las palabras sobran
ya no son necesarias
no sucede así con la música

James Nuño dijo...

te quedó bien la nueva imagen. saludos.

Anónimo dijo...

De acuerdo. La imposibilidad de nombrar o no depende del escritor. Si bien algunos mencionan que existe lo inasible para el lenguaje, también es cierto el lenguaje mismo es modelador de la realidad. Esta última idea sugiere que no necesariamente esté ese "algo" y que no haya la palabra adecuada para nombrarlo, sino que porque hay una palabra por eso existe. Muchas veces la palabra es la que categoriza aquella "realidad". Ni que decir de aquella anécdota, ¿será falsa?, que aseguraba que los indígenas de américa no habían visto las carabelas de los españoles que se acercaban x q nunca habían visto algo así... o la tan conocida de que para los esquimales existen cuatro, ¿o eran más?, tonalidades (con su respectivo nombre)del blanco. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?, ¿el significado o el lenguaje (el sujeto que lo verbalizara)?