lunes, 5 de febrero de 2007

27 de enero de 2007
Sexo

Sobre el sexo se pueden decir, al igual que sobre cualquier tema, infinidad de palabras. Ríos de tinta han manado de diferentes plumas (o impresoras) con tal de expresar personalísimas opiniones acerca de esta condición de los seres vivos. Y el problema no es hablar sobre el sexo, sino el de tomar las palabras en su acepción más literal, pecados de lo políticamente correcto...
Y es que sexo es un vocablo que implica demasiadas cosas. Qué decir de frases que lo incluyen, con todo y sus derivados. Si, por ejemplo, alguien me comentara: “Anoche tuve sexo”, yo podría pensar que esa persona ha sido asexuada toda su vida y que, hasta la noche referida, carecía de genitales masculinos o femeninos. Claro, en la vida real esto no ocurre, pues damos ciertas cosas por sentado, y, para retomar mi parábola, yo debo entender que dicha persona practicó el viejo mete saca.
Sin embargo, algo que me friquea (del gringuismo freak) es que la gente hable abiertamente de las relaciones sexuales. Y que no se me malinterprete. Con esto no declaro mi afiliación a las fuerzas armadas de Pro-Vida ni a la todopoderosa Acción Católica. Más bien me llena de estupor el malentendido acerca de dicha nominación. Exijo, desde tan alta tribuna, se aclare lo que es una relación sexual para dejar de ser considerado un depravado...
Porque, siendo francos, las relaciones sexuales las tenemos todos días. Uno no se quita el sexo como si fuera un accesorio prescindible, parecido en este sentido a unos aretes o una corbata. Un niño tiene relaciones sexuales con su madre por el simple hecho de que ambos son seres sexuados, y no por eso la progenitora pasa a ser la bacinica de los complejos edípicos del crío. Yo, por cierto, tengo relaciones sexuales con mis amigos hombres, y no por ello he fornicado con ellos.
La cuestión a tratar es simple. ¿Cómo nominar, entonces, a la cópula, sin sonar a Discovery Channel y sin implicar las emociones inherentes del “hacer el amor”? Porque, en realidad, la frase “intercambio sexual” me parece tan excitante como una patada en los huevos, sin incluir en esta ocasión a mis amigos masoquistas, quienes tendrían una opinión distinta al respecto.
Pienso, para ser sincero, que uno de los más grandes obstáculos respecto al sexo es la cantidad de tabúes que giran a su alrededor. Otro misterio sin resolver es, por ejemplo, el de la distinción entre lo erótico y lo pornográfico. Triste resulta que, mientras la sociedad no se decida a abandonar ciertos patrones de pensamiento, seguiremos atados a los mismos complejos de siempre. Lo malo es que, mientras no se aclare el tema de las relaciones sexuales, yo seguiré sintiéndome culpable por fornicar, de acuerdo al políticamente correcto (y estrecho) concepto, con cuanta persona tengo tratos...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola que tal me llamo Yolanda, realemente me gustó tu escrito (fillerouge@hotmail.com)