viernes, 22 de diciembre de 2006

16 de diciembre de 2006
Amistad, amor

A mis amigos, cuyos nombres, misteriosamente, poseen la letra A
Al principio es la letra A. En hebreo, árabe, griego, cirílico y los sistemas de escritura basados en el alfabeto romano el origen siempre es A. Incluso en algunos conceptos matemáticos. La línea, por ejemplo, es una sucesión de puntos cuyo principio siempre será A. Nos es gratuito, al menos para mí, que dos de los ideales que el hombre dice proteger sean el amor y la amistad. Su opuesto, el odio, inicia con O, cual Alfa y Omega.
Prefiero ubicarme en el bando del amor y la amistad. Toda mi vida he hecho eso. Nunca he sido de los que deliberadamente van por el mundo destruyendo amistades o lazos de cariño. Prefiero luchar y morir en el intento antes que perder a un ser querido. Es por esa razón que jamás he comprendido a aquellas personas que de un día para otro pueden tomar la abrupta decisión de cambiar de página como si se tratara de ponerse un traje nuevo. La vida me ha rodeado de ese tipo de personas y no por eso he dejado de lado mis creencias.

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Ha sido difícil seguir atado a mis convicciones. Me he aferrado al amor incluso después de escuchar que he sido el peor error para alguien que debería estar feliz por mi existencia. Esa persona, a pesar de la crudeza de sus palabras, aún cuenta con mi cariño. Muchos más me han lastimado, quiero creer que de forma involuntaria. Son ellos quienes cuentan con mi cariño aun cuando las circunstancias no favorecen un contacto más cercano por el momento. Los otros... que vivan tranquilos. Ningún mal les deseo.
A mis amigos, a los que han estado ahí desde siempre, apoyándome en rupturas, proyectos, tardes de cerveza y dominó, dedicándome palabras de aliento, llevándome a bailar en el buen sentido de la frase, no me queda más que agradecerles por su honestidad. Por mentarme la madre cuando lo merezco. Por llegar con una sonrisa cuando la polvareda de mis escombros llega hasta ustedes. Por criticarme de la manera más brutal que pueden. Por lo que tenemos y por lo que llegará. A todos ustedes que han estado ahí, a los que permanecen al pendiente, a los que me dicen las cosas no con la intención de lacerar sino de ayudar: Gracias.

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