lunes, 5 de febrero de 2007

19 de enero de 2007
Querétaro (o de las posibilidades léxicas que ofrece la geografía mexicana)

Para Selene, cuya inocencia inspiró este texto
¡Que no le digan, que no le cuenten, porque es mentira lo que no mira! Señorita, señor, ama de casa, obrero, niño o niña; traigo para usted el invento perfecto para poder lidiar y espantar de su casa a todo ser despreciable por naturaleza. No pierda usted la oportunidad de tener, de poseer, de hacer suyo el justo remedio para librarse de una vez por todas de aquellos mentirosos que quieren vivir a costa suya.
Lleve hasta las puertas de su casa la estampita repelente de escritores, vendedores y políticos por sólo tres pesos. Tres pesos le vale, tres pesos le cuesta. Más barato que un kilo de tortillas y con más beneficios que la credencial del INSEN. De los creadores de la cédula de San Ignacio de Loyola, traigo ahora, para usted, el remedio perfecto contra aquellos embusteros que suelen apropiarse de los inventos de otros... Tres pesos le vale, tres pesos le cuesta...

+++
Muchos escritores alardean acerca de su capacidad para inventar juegos de lenguaje. Pocos son, sin embargo, aquellos que lo logran de una manera natural, y quizás sea conveniente citar, entre ellos, a Cortázar (but of curse) y a Quevedo. Otros, como José Agustín o Armando Vega Gil, se encargan de recoger expresiones tomadas del habla popular, y conste que no por ello los critico en el sentido peyorativo de la palabra; al contrario, su estilo para plasmar en papel el caló de sus tiempos me parece por demás acertado.
Me declaro incompetente para lograr siquiera un tercio de lo hecho por los atrás mentados. Así, pues, que no le digan, que no le cuenten; yo sólo me dediqué a recopilar, con ayuda de mi abuelo, frases atribuibles sólo a la inventiva popular. Con aclaración de por medio, espero nunca llegue a las puertas de su hogar un remedo de escritor a anunciarle “sus nuevas creaciones”... similares a las que ya están aquí.
+++
¿No vas a Querétaro? Utilizada principalmente como albur, esta frase viene cargada de una fortísima connotación sexual. Desglosado con otras palabras, es una invitación al viejo mete saca. Si a usted le ofrecen, utilizando esta pregunta, por decir, una probada de helado de chocolate, acepte inmediatamente. Y si no... también.
Me dieron a escoger entre Toluca o Puebla. Es común el día seis de enero, sólo para poner un burdo ejemplo, que los famosos reyes magos hagan su aparición en los hogares mexicanos y dejen un regalito para recordarnos la gran venida del señor (y digo esto sin apelar a las connotaciones sexuales, y vaya que la Biblia las posee). La gente procede entonces a preguntar ¿Qué te trajeron los reyes? Año tras año sigo montado en el macho de “me dieron a escoger entre Toluca o Puebla.” Aparentemente nadie entiende la referencia a lo característico de ambas ciudades: el chorizo y el camote, respectivamente. Sólo así logro olvidar la furia que siento al observar mi regalo. Pura reata.
Vamos a Paracho. Frase conocida entre los dependientes de las drogas adictivas. No por que en este michoacano municipio, célebre por sus guitarras, se vendan estupefacientes al por mayor. Más bien se trata de hacer una invitación a comprar algo de material, lo que en el argot del medio se conoce como ir a parar mercancía...
Vamos a Atizapán (y no de Zaragoza, precisamente). Una más del delicioso Planeta Yerba. Los asiduos visitantes a los encantos de María La Loca convidan a otros a atizar, a dar el golpe al carrujo que traen entre manos. El hecho de estar considerado para este festín, sobre todo en tiempos de escasez, es todo un honor. A usted le corresponde ser cortés y no desdeñar tamaño agasajo.
Hasta a Tijuana me la llevo. Suponga usted, en caso de pertenecer al género masculino, que va por la calle platicando con otro miembro de su mismo sexo. Divisan, a lo lejos, a una fémina de muy buen ver. Ambos, cual machos en celo, comenzarán a murmurar linduras del tipo: “me gustaría que fueras Corn Flakes... para echarte lechita.” Una vez mostrado todo el cobre, usted pregunta ¿Tú sí le dabas?, Hasta Tijuana me la llevo, dice el otro. Esto quiere decir, en pocas palabras, que usted también tiene vela en el entierro, literalmente...
Y bueno, en vista de que las posibilidades léxicas que ofrecen los juegos de palabras que aluden a los toponímicos, considero justo y necesario (en verdad, es justo y necesario) dar, por el momento, fin a esta pequeña (y contradictoria) perorata. O qué ¿no vas a Querétaro?

No hay comentarios.: