viernes, 22 de diciembre de 2006

20 de diciembre de 2006
Escribir

En estos últimos días he pensado demasiado en el asunto del por qué de la escritura. Tal vez lo haga sólo por justificar mis estudios en una carrera que a más de uno puede parecerle estúpida. Quizás la búsqueda de razones venga de mi espíritu de investigador privado que desea conocerlo todo. No lo sé. En verdad lo ignoro. Probablemente escriba con la intención de conocerme mejor, aunque después de algún tiempo me diga a mí mismo: “¡Ve esa mierda! ¡Y tú la redactaste!” En fin...
Y es que en esta vida hay que aprender que no todo lo que se escribe es bueno. José Emilio Pacheco no deja de sorprenderse con la irresponsabilidad de los jóvenes escribanos que, a las primeras de cambio, desean ver publicados cada uno de sus textos. Es evidente que aquellas personas dedicadas al noble oficio de la escritura sueñan con vivir de su trabajo, pero de eso a aceptar como publicables todos sus escritos huelga bastante.
Borges mismo pone en tela de juicio más de algún texto suyo en el, para mí celebre, “Borges y yo”: “Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas.” ¡Y lo dice él! He de confesar que, en mi muy particular caso, escribo para descubrir un estilo. Noche tras noche entro en disputa conmigo mismo, pues he tomado conciencia de cuantas cosas he redactado en estas páginas. Más de una vez me he manifestado en sentido opuesto a viejos patrones por mí abrazados, así como también he reafirmado perspectivas y rutas trazadas anteriormente.
Más allá de compartir con otros los demonios que día a día nos inventamos, pienso que escribimos para ponernos en conflicto. La redacción constante del yo nos ayuda a la introspección, a descubrirnos como entes llenos de contradicciones, aficiones y desencantos. Que el ejemplo de José Revueltas nos baste para demostrar lo dicho a lo largo de estas líneas. ¿O quién más para confirmar la disputa entre el creyente católico y los firmes ideales socialistas que atacan la existencia de instituciones religiosas? He ahí el por qué de su genialidad.

No hay comentarios.: