viernes, 10 de noviembre de 2006

3 de noviembre de 2006
¡Necesitamos tu cariño!
Lector: no se espante. Esto que usted atiende no quiere decir que una de mis múltiples personalidades haya tomado el control sobre la persona que escribe. Al contrario. Estoy más cuerdo y lúcido en estos días que cuando compro estupideces a granel por módicos precios. De lo que hoy quiero hablar, o escribir en todo caso, es sobre los cajeros que piden amor.
Hace no muchas horas caminaba por avenida Juárez, cuando recordé que por ahí queda un Banamex, el cual serviría para ayudarme a realizar mis más bajos propósitos: depositar dinero, acto que probablemente dé para pensar que sigo en mi etapa anal. Como no pienso complacer a los psicoanalistas, en realidad no me disponía a guardar mis ahorros, sino los de la Vaca Rumiante.
Justo al momento de pasar frente a los cajeros automáticos vi que en sus pantallas parpadeaba la leyenda que encabeza la reflexión de este día. Alarmado ante esta situación, decidí correr y abrazar a cada uno de los cajeros, demostrándoles de esta forma lo preocupado que me encontraba por su situación. Para desgracia del último aparato, el guardia que custodiaba la seguridad de las instalaciones me impidió hacerle manifiesto mi cariño, que era lo que más necesitaba dicha máquina.
Tuve que huir del lugar. Era eso o arriesgarme a ser transladado sin escalas al psiquiátrico San Juan de Dios por conducta lasciva con aparatos eléctricos. Ya de regreso sobre mis pasos, me pregunté si el mundo estaba tan falto de amor que hasta las máquinas lo pedían a gritos. Pasé a otros bancos de la zona y nada. Los cajeros funcionaban perfectamente e incluso ofrecían sus servicios con pantallas en donde se leía: “Bienvenido, estamos para servirle”. Quedé sorprendido.
Intrigado, resolví asomarme a otro Banamex para saber si los usuarios trataban mal a los ATM, nombre que suele dárseles a estos aparatejos. No descubrí maltrato alguno, aunque estos seguían firmes en su postura. Me acerqué a uno de ellos y me dijo: “Bienvenido / Welcome”. “Son bilingües” me dije a mí mismo mientras mi tarjeta penetraba la ranura destinada para ello. “Necesitamos tu cariño” dijo la máquina mientras aparecía en su pantalla el logotipo del Teletón exigiéndome dinero. Salí de ahí abrumado, no sin antes tacharla de puta y manipuladora...

1 comentario:

Sta. Prisca dijo...

jajaja, qué genial!! Nunca me había percatado de su sinísmo T_T el nivel que manejan me sobrepasa >_< jaja, chido Johny.