jueves, 30 de noviembre de 2006

23 de noviembre de 2006
La nación chiva

Uno de los pasatiempos aparentemente más intrascendentes en la vida del hombre puede ser observar televisión. Digo en apariencia porque existen personas que viven de dicha actividad y no a la manera de la Chapoy y otros miembros de la galería del horror que la misma industria ha creado para mantenerse vigente. Cuestiones metatelevisivas.
Retomando a la gente que realmente critica a los medios, encontramos, entre otros, a Fátima Fernández Chritlieb, Álvaro Cueva, John B. Thompson, Pierre Bourdieu, Giovanni Sartori y más. Sin tratar de ser émulo de ellos, que llevan años señalando los vicios y virtudes de la caja idiota, he de comentar lo que hoy noté en la voz Wonder de Enrique Garay.
Apuntaba tan insigne comentarista que la nación chiva estaba de fiesta por el resultado obtenido frente al Cruz Azul. Sin embargo, en ese instante, más que preocuparme por la nación chiva, mostré alarma ante la situación de la nación mexicana. Retomando uno de los conceptos del señor Edmond Cros, caí en la cuenta de que los aparatos ideológicos de estado (en este caso la televisión) siguen desviando la atención de cuestiones más importantes como Oaxaca o la (posiblemente violenta) toma de posesión de Felipillo Caderón.
No me extraña que equipos como Chivas o América estén obteniendo sendas victorias en sus duelos de liguilla, pues con esto la gente se mantiene alejada de cuestiones realmente trascendentes para el futuro del país. Digamos que está ocurriendo el fenómeno Cuna de lobos: cerca de la debacle, se instaura un distractor lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de la mitad más uno que se vuelven mayoría y chínguense los pocos que sí estaban atentos.
Tampoco me extrañará que los que sigan atentos la recta final del campeonato mexicano de fútbol a través de su televisor, se vean a sí mismos sorprendidos ante una eventual devaluación del peso. Por eso siempre terminamos con el culo viendo al aire...

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