viernes, 13 de octubre de 2006

19 de septiembre de 2006
Doxonema
Resulta que el día de ayer estuve, como casi todos los días, en la ciudad de Guadalajara. Siendo más específico pasé la mayor parte de la tarde en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, escuchando sendas clases sobre el Quijote y literatura romántica. Claro que también sufrí el desconcierto del siempre valioso Siglo de Oro español mal impartido por causas ajenas al curso.
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Resulta que el día de ayer estuve, como casi nunca ocurre, en la Ciudad de México. Siendo más específico pasé la mayor parte de la tarde en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, escuchando interesantes conferencias en torno a la actualidad del mito. Claro que también sufrí el desconcierto de la siempre valiosa oportunidad de estar frente a un grupo de feroces estudiantes de filosofía de toda la república dispuestos a deshacer a un extraviado estudiante de letras.
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Resulta que el día de ayer estuve, como casi todos los días, en la ciudad de Guadalajara. Siendo más específico pase la mayor parte de la tarde en una de las tantas cafeterías del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, escuchando a un tiempo la música de Depeche Mode, la voz de Juan José y temible golpeteo emitido por las fichas de dominó. Claro que también sufrí el desconcierto provocado por la ruptura amorosa que tuvieron mis dos muy mejores amigos, sobre todo siendo ellos lo más cercano que conozco a la pareja ideal.
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Ayer inició en la UNAM el fabuloso congreso en torno a la actualidad del mito. Debido a mi falta de coordinación no pude asistir. Me queda el consuelo de que Manuel u Omar leyeron mi ponencia.

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