sábado, 16 de septiembre de 2006

26 de agosto de 2006
La poesía
Cuando yo era apenas un chavito mi mamá me decía... nunca estudies letras porque te vas a morir de hambre. Y eso que no había leído mis obras completas. Estoy a punto de darle la razón ya que, aunque trabajo, nunca tengo un peso en la bolsa, situación achacable a mis estudios, a Juan José y a mis impulsos consumistas.
Resulta que yo, al igual que muchos, amigo lector, llegué a considerarme un poeta, de esos que leen a Sabines, los 20 poemas de amor y una canción desesperada de Neruda, a Bécquer y a gran cantidad de románticos mexicanos y españoles. Particularmente, y con el paso de los años, he concluido que este periodo se me hace una mala copia de lo que pasó en Francia, Alemania o Inglaterra años antes.
No es raro que hoy, al releer esas primeras intentonas “poéticas”, franca y literalmente me cague de risa. Para que usted, amigo lector, no pierda la oportunidad de divertirse como enano, comparto, directamente desde el baúl de los recuerdos, y con pertinentes notas a pie, los primeros “poemas” que escribí.
(Sin título)
He perdido todo en lo que he pensado (Hoy han descubierto que tengo Alzhaimer). Porque he pensado en dormir y tengo insomnio. He pensado en un bufet (¿? Creo que tenía hambre) mas he perdido el apetito. He pensado en ver la luz, pero la obscuridad de la noche es inmensa (referencia de ese romanticismo que mencionaba líneas atrás). He imaginado un gran bosque pero estoy en un desierto. Estoy pensando en tu sonrisa pero he perdido tu recuerdo. Trato de imaginar algo pero (¡tres peros seguidos! Eso sin contar todas las veces que “he pensado” en el transcurso del poema, así que ¿quién da más?) he perdido el pensamiento. Y ahora... estoy solo. (Sin comentarios, cualquier parecido con Rodolfo Quintero es mera coincidencia)
(Fragmento de Sin título)
Sólo conozco tu cara, mas de ella estoy enamorado. No necesito más para saber que quiero estar a tu lado. (Ridículo, patético, malo)
(Fragmento de “Hace tiempo que...”)
Hace tiempo que quiero decirte que (¿que qué, que qué, que qué?) te amo. Mas cada que te veo se me borran las palabras. Es como si eliminaras los archivos de mi disco. (De aquí a preparar anuncios del CNCI)
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Si usted, amable lector no ha tenido suficiente, yo sí. Por hoy me retiro. Burlas al 01 800 desastre literario.

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