viernes, 10 de noviembre de 2006

8 de noviembre de 2006
De enfermedades y despojos
El despojo soy yo. Así se titula uno de los cuentos del tapatío por accidente Eusebio Ruvalcaba. Y sin que eso importe, sigo pensando que el despojo soy yo. A mí ya no me quedó nada. Para algunos soy como un botín de guerra mientras que otros han cimbrado los cimientos del alma misma dejando sólo los escombros de mí...
Estoy triste y decepcionado. Si alguna vez pensé que la vida es una larga cadena de eventos que determinan lo que somos, los eslabones de la mía son los más pesados y los más jodidos de todos. Estoy cansado de cargar con un peso que siento que no merezco, que no pedí, y que no puedo cargar. Y es que soy muy sentimental. Estoy enfermo de romanticismo. Estoy contaminado de literatura del siglo XIX. Estoy harto y cansado. Y también estoy enamorado...
Tal vez por Freud me gustan los amores enfermos, pero eso nunca lo sabré. Tal vez no me alcance el tiempo para descubrir eso y otras cosas. Ya no quiero vivir en sueños para descubrir que todo es pesadilla. También estoy enfermo del barroco. Del desengaño absoluto. Porque escribir es mi sueño y la realidad es que no tengo el tiempo ni la vida para hacerlo. Estoy enfermo de miedo al vacío...
Soy humano y estoy enfermo de pasiones ¿Por qué no me enfermé de ilustración para tener la razón de las cosas? Ya no quiero seguir así. Ya me cansé de amar y no ser correspondido. Me cansé de dar lo mejor de mí y no ser correspondido. Me cansé de ser el segundo lugar, de sacrificar todo. En fin, que me cansé de decir que el despojo soy yo...

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