jueves, 2 de noviembre de 2006

23 de octubre de 2006
La vida me da sueño
Hace aproximadamente 36 horas con 12 minutos y quince segundos que no duermo. No es que la paranoia comience a afectarme. Ni siquiera le pongo atención al segundero que taladra mis oídos por sobre el ruido del motor diesel del transporte público. Y a pesar de las voces dentro de mi cabeza que claman por un poco de café, sé que todavía tengo algunas cosas más que hacer.
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Ayer platiqué con Calderón, pero de la Barca. Trataba de hacerle entender que Freud, con ayuda de los textos de su colaborador Otto Rank, decía, textualmente, que “un héroe es quien valerosamente se alza contra su padre y le vence al fin.” Sin saber quién era el famoso Freud que tanto le mencionaba, acordó conmigo que Segismundo, el de La vida es sueño, finalmente derrota a su padre, ya que nunca hace lo que el rey progenitor tanto teme: tiranizar al pueblo.
Le dije también que Segismundo era un filosofazo de primera línea, ya que resume en unos cuantos versos algunas posturas de la vida. Desgraciadamente tuve que oponerme a eso de que la vida es sueño. Tal vez el sueño de otros pero nunca nuestro. Así fue como el otro sabio filósofo, de televisivo nombre, supo embaucarnos y hacernos caer en su jueguito, transformando y alterando a diestra y siniestra ritmo y rima en calderonianas líneas en un nuevo poema que dice más o menos así:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es espectáculo,
y los espectáculos sueños son.

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