domingo, 8 de enero de 2012

Del zombi considerado como una de las bellas artes. Introducción. Segunda y última parte.


30 de diciembre de 2011
Del zombi considerado como una de las bellas artes. Introducción. Segunda y última parte.
Es Vicente Quirarte, ese fundamental de nuestra república de las letras, quien decide rendir homenaje al maestro inglés en esa joya titulada Del monstruo considerado como una de las bellas artes. Publicado en el 2005, el libro es una compilación de textos previos (cinco ensayos y un guión teatral)  que, leídos desde la unidad, defienden una tesis: el romanticismo es una fuerza que, para bien o para mal, aún no termina, y cuya principal creación es el monstruo, considerado arquetipo y símbolo desde entonces.
Es a partir de esta época, y gracias al prestigio de las creaciones, sobre todo de Shelley, Polidori, Stoker o Stevenson, que el monstruo adquiere un prestigio inusitado. En gran parte, esto ocurre por las características que sus creadores le imponen a sus criaturas. El monstruo deja de ser un ente que sólo aspira a provocar miedo: gracias al romanticismo, el monstruo pasa a ser el reflejo de nuestros deseos más ocultos. Gracias al monstruo, reconocemos nuestra adolescencia y aspiramos a alcanzar el absoluto sólo a través del otro.
¿Cuál es la enseñanza que rescata Vicente Quirarte en este opus? La elección del título deja de manifiesto el vínculo, no siempre evidente, que existe entre Goya, pasando por De Quincey y llegando a Stevenson. Todos ellos son autores de una obra cuyo sueño de la razón produce monstruos: algunos de ellos literarios, y otros más, reales, tangibles, de carne y hueso. Goya, autor de ese inmortal grabado parafraseado líneas arriba, nos explica la poética romántica; Shelley y Polidori, primeros grandes románticos, crean sus monstruos literarios a partir del sueño. De Quincey hace literatura a partir de la monstruosidad de los actos de la vida diaria, mientras Baudelaire hace poesía inspirado en el monstruo que desató el opio de su mentor. Stoker y Stevenson pasan a ser la suma de todos ellos, capaces de explicar, desde sus obras, el horror desatado en la Inglaterra finisecular.
En el ensayo titulado "Sintaxis del vampiro", Quirarte da algunas generalidades del hematófago que también aplican al zombi. Se trata, en ambos casos, de seres milenarios en el folclor con recientes manifestaciones literarias; pertenecen al género de los no muertos, cuyo fin es morder y producir un ser idéntico a él. Dejemos de seguir a Quirarte, para anotar que las representaciones literarias de ambas criaturas surgen a mediados del siglo XVIII y que ambas han sufrido mutaciones importantes que les han permitido mantenerse vigentes hasta el siglo XXI.
Si bien el vampiro parece gozar de cabal salud y vigencia, puedo aventurar que nos encontramos en la época donde un nuevo terror se levanta del panteón de los monstruos. Es éste el origen de este homenaje a los maestros. Expliquemos pues, al zombi considerado como una de las bellas artes...

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