domingo, 31 de diciembre de 2006

28 de diciembre de 2006
Metal y madurez

Me declaro culpable del crimen que representa hablar sobre algo que no conozco. Que conste en las actas: a continuación serán pronunciadas palabras cuyo único cometido es demostrar ignorancia plena. Son, pues, una apreciación subjetiva plagada de prejuicios y conceptos. Comencemos entonces la diatriba. Ojalá sean pocos los que se sientan aludidos.
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De acuerdo al lugar común, los metaleros son adolescentes carentes de ideas claras sobre el funcionamiento del mundo, cuyas caras se encuentran invadidas por un mal denominado acné. Dichos adolescentes pueden tener una edad entre los quince y los noventa y nueve años (uno de los mitos urbanos que circulan por el D. F. comenta que una abuela fue ataviada de negro y estoperoles al Foro Sol para ver a ¡Iron Maiden!).
Respecto a la adolescencia he de decir que ésta no se trata de una simple etapa entre la niñez y la edad adulta pues en realidad a dicho lapso de tiempo se le conoce como pubertad. Más bien se trata de adolecer de la voluntad de aceptar los errores. Pienso firmemente que muchos adolescentes se ven a sí mismos como víctimas de un complot universal en su contra. No están dispuestos a reconocer que también pueden equivocarse. Eso significaría dar un paso hacia la madurez...
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No conozco mucho acerca de las tendencias de la que muchos denominan la nueva música obscura. Como ya dije, lo poco que sé está cargado de prejuicios e ideas peyorativas. Así pues, grupetes como My chemical romance, Linkin Park, y (con el debido respeto para cierta persona que gusta de los mismos) Evanescence me parecen igual de trascendentes que el arresto por evasión fiscal de Paquita la del Barrio. Las tres alienaciones representan sonidos que difieren entre sí, aunque tiene en común el mismo tipo de seguidores: adolescentes insatisfechos con su vida.
Esta insatisfacción difiere a la mostrada (y cantada) cuarenta años atrás por Mick Jagger, por ejemplo. Lo de ahora es quejarse con poses aparentemente existencialistas maniaco depresivas cargadas de una inevitable tendencia al suicidio. Todo por el mismo precio. Si ayer el descontento se manifestaba con acciones rebeldes para demostrar vitalidad, hoy la moda consiste en sentirse derrotado y darse por muerto frente a situaciones aparentemente imposibles de resolver. Tres sujetos de prueba observados por este insigne investigador han demostrado que no estoy tan alejado de la verdad (por lo cual, con excepción de mi ignorancia musical, la disculpa pedida de antemano era realmente innecesaria). Todos los conflictos de estas personas provienen de su incapacidad para expresar lo que sienten.
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¿Que muchos pueden tildarme de inmaduro? Por supuesto. Jamás he afirmado ser una persona perfecta. Yo mismo tengo dificultades para poder hablar de ciertos temas con mi padre, aludiendo a un caso muy particular. Sin embargo, si algo me ha dejado la continua redacción de mi persona en este espacio, es una extraña sensación de crecimiento. Así que, hasta la próxima...

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