25 de agosto de 2006
De las vicisitudes para ir a España
Paradójicamente, nada me ilusiona y desanima tanto como la posibilidad de viajar a España el año que entra. Desde hace mucho tiempo es uno de mis sueños más grandes visitar Barcelona, por ejemplo. Recuerdo que yo era todo un chiquillo de ocho años cuando en 1992 las olimpiadas se efectuaron en ese lugar. Lo que sin embargo no recuerdo es lo que me cautivó tanto como para desear ir a ese lugar sin importarme el costo. Tan es así que ya no tengo novia.
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La ilusión. El simple hecho de salir de México con el pretexto de ir a estudiar es algo que me fascina. Sobre todo tomando en cuenta la compañía, ya que recibí de Juan José la invitación para unirme al grupo que formaban Julia y él. La intención era salir a cualquier lugar de Europa inmediatamente, con la idea de empaparnos de otra cultura, conocer gente diferente y sobre todo, subsanar la deficiente educación que hemos recibido a lo largo de la carrera, sea por desidia nuestra o falta de capacidad de los maestros.
La desilusión. Hoy fui a desayunar con Julia y Juan José. Llovió. Jugamos dominó, salimos a las librerías de viejo del centro y resolvimos regresar a clase a las 6 de la tarde. Sin embargo, la lluvia (¡Otra vez tú! Y dos veces en un mismo día) nos dejo atrapados en un céntrico Oxxo. A falta de dominó, resolvimos platicar acerca de nuestra incursión europea. Llegamos a la conclusión de que cada uno de nosotros necesita guardar, de aquí hasta agosto del 2007, la friolera de treinta mil pesos. Dos mil 500 al mes. Cien pesos más de lo que gano en ese periodo. Y no gastar ¡nada! de dinero. Parece fácil.
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¿Qué pasará con esta triste historia? ¿Llegarán las tres Jotas (por lo de las iniciales, señores) a España?. ¿Tendrán los veintitantos mil que se necesitan para la visa Europea? ¿Algún día podré ver nuevamente a Fenomenoide en la tele? ¿Ganará Obrador o Fecal? ¿Le dejaran de oler los pies a... sin comentarios? No se lo pierda en su próximo capítulo.