11 de octubre de 2006
Onírico
Lugar: Sanborns café, Avenidas Juárez y 16 de septiembre, Guadalajara, Jalisco, México. Menú: Mucho café estilo americano (aunque no me queda la certeza; pudo haber sido veracruzano sembrado en Nayarit o quizá en China), cuatro piezas de pan dulce, dos platos de carne con queso con salsa con picante, cremas para café, cigarrillos. Compañía: Omar, Paola, Raymundo, Sara. Discurso: Abduccionista y onírico.
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Hoy platicábamos sobre los sueños. Nuestra idea no era para nada acercarnos a ellos con la intención siempre psicoanalítica de Sigmund Freud. El leit motiv era compartir una buena sobremesa para Omar y Sara, quienes después de hincarle el diente a su carne con suma alegría, necesitaban la siempre agradecida charla digestiva. Tan pronto nos vimos discutiendo el tópico en cuestión caí en la cuenta de lo poco que sueño, o mejor dicho, de la nula capacidad que tengo para memorizar el universo onírico en el que vivo.
Y es que mientras algunos hablaban de sus sueños recurrentes, otros de las pesadillas más aterradoras y unos más de la capacidad de confundir ambos universos, yo descubrí que el último sueño que recuerdo data de 5 años antes. Acontece que en ese entonces vivía cerca del panteón de Mezquitán y estudiaba en la Preparatoria de Jalisco. En una regresión soñada tenía que acudir a la secundaría por algún motivo que aún desconozco. En el camino de regreso a casa tenía que circular por la avenida que divide el panteón en dos partes. En ese entonces los muros de dicho lugar todavía eran de color hueso, y sin embargo, en mi sueño eran color azul, como el que lucen en la actualidad. ¿Profético?
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Camino por avenida Enrique Díaz de León y a lo lejos percibo un muro que cierra la calle. Parece estar cubierto por una enredadera, como si en realidad esa barda tuviera años ahí y sin embargo yo sé que no es cierto. Hace unas horas pasé por este lugar. Siento una presencia detrás mío; no quiero voltear, el miedo me detiene. Escucho un ladrido y volteo. Ignoro de donde han salido estos doberman que comienzan a perseguirme, al tiempo que noto que el camino está solo. Los carros que minutos antes hacían evidente el buen estado de sus cláxones han desaparecido. The way is shut. It was made by those who are dead. And the dead keep it. The way is shut…
Onírico
Lugar: Sanborns café, Avenidas Juárez y 16 de septiembre, Guadalajara, Jalisco, México. Menú: Mucho café estilo americano (aunque no me queda la certeza; pudo haber sido veracruzano sembrado en Nayarit o quizá en China), cuatro piezas de pan dulce, dos platos de carne con queso con salsa con picante, cremas para café, cigarrillos. Compañía: Omar, Paola, Raymundo, Sara. Discurso: Abduccionista y onírico.
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Hoy platicábamos sobre los sueños. Nuestra idea no era para nada acercarnos a ellos con la intención siempre psicoanalítica de Sigmund Freud. El leit motiv era compartir una buena sobremesa para Omar y Sara, quienes después de hincarle el diente a su carne con suma alegría, necesitaban la siempre agradecida charla digestiva. Tan pronto nos vimos discutiendo el tópico en cuestión caí en la cuenta de lo poco que sueño, o mejor dicho, de la nula capacidad que tengo para memorizar el universo onírico en el que vivo.
Y es que mientras algunos hablaban de sus sueños recurrentes, otros de las pesadillas más aterradoras y unos más de la capacidad de confundir ambos universos, yo descubrí que el último sueño que recuerdo data de 5 años antes. Acontece que en ese entonces vivía cerca del panteón de Mezquitán y estudiaba en la Preparatoria de Jalisco. En una regresión soñada tenía que acudir a la secundaría por algún motivo que aún desconozco. En el camino de regreso a casa tenía que circular por la avenida que divide el panteón en dos partes. En ese entonces los muros de dicho lugar todavía eran de color hueso, y sin embargo, en mi sueño eran color azul, como el que lucen en la actualidad. ¿Profético?
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Camino por avenida Enrique Díaz de León y a lo lejos percibo un muro que cierra la calle. Parece estar cubierto por una enredadera, como si en realidad esa barda tuviera años ahí y sin embargo yo sé que no es cierto. Hace unas horas pasé por este lugar. Siento una presencia detrás mío; no quiero voltear, el miedo me detiene. Escucho un ladrido y volteo. Ignoro de donde han salido estos doberman que comienzan a perseguirme, al tiempo que noto que el camino está solo. Los carros que minutos antes hacían evidente el buen estado de sus cláxones han desaparecido. The way is shut. It was made by those who are dead. And the dead keep it. The way is shut…
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