10 de junio de 2013
Marchas y desgastes
Hoy, en la
conmemoración del “Halconazo” hubo detenidos en el DF. Independientemente de la
filiación de los mismos, me pregunto: ¿Somos tan idiotas para seguir marchando
cuando sabemos que tenemos un aparato represor? ¿A poco no tenemos ni tantita
inteligencia como para hacer otras cosas que no sean marchas? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender a
identificar a las personas que van a provocar disturbios? ¿A las cuantas
marchas reprimidas vamos a aprender que se puede marchar siempre y cuando
contemos con planes de contingencia para evitar vandalismo? ¿A las cuantas
marchas reprimidas vamos a aprender que no somos sacos de golpeo para las
autoridades? ¿A las cuantas marchas reprimidas vamos a aprender que se necesita
inteligencia para organizar una marcha? ¿A las cuántas marchas reprimidas vamos
a aprender que para que una marcha no sea reprimida se necesita de un verdadero
apoyo popular? ¿A las cuantas marchas reprimidas caeremos en la cuenta que el
activismo requiere propuestas y no catarsis callejera?
Que conste en las actas: no hago
estas preguntas para molestar o demeritar los esfuerzos de “resistencia civil”,
contrario a lo que muchos de mis ex compañeros del movimiento estudiantil
#YoSoy132 piensan. En ese sentido puedo decir que me refugio en la voz de mi
experiencia organizando las primeras marchas anti Peña en la ciudad de
Guadalajara, y colaborando en la organización de algunas de las posteriores
marchas de dicho movimiento.
Dichas manifestaciones tuvieron
saldos blancos porque en su momento tuvieron un equipo de hasta más de 30
personas que las planeó; evitó en la medida de lo posible, una afectación total
del tráfico de la ciudad; estuvo en comunicación constante; recorrió a pie, en
bici y con carros por calles paralelas la ruta de la marcha; e incluso se contó
con avanzadas que nos avisaban de cualquier incidente. Existieron, además, otros
factores que fueron decisivos, pero en general puedo afirmar que a quienes les
encanta convocar marchas pasan por alto elementos tan sencillos como los antes
mencionados.
¿Marchar por marchar? ¿Marchar para
mostrar el músculo? ¿Marchar para ganar simpatizantes? ¿Marchar como señal de
catarsis colectiva? ¿O preferir, de vez en cuando, la inteligencia y la
planeación?
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