Después del asalto...
Un pugilista cae a la lona luego del certero ataque propinado por su contrincante. Uno, dos, tres... Aturdido, sólo alcanza a abrir los ojos para ubicar el rostro de su oponente, cuatro, cinco, seis, pero vuelve a caer en una pérdida completa de conciencia.
Abre los ojos, cierra los puños. Prosigue la cuenta que ya no escucha. Siete... Recién salido de su sopor, divisa un rostro. Lo mide, lo tantea y ataca con todas sus fuerzas. Ocho, nueve...
En la enfermería, un hombre de pantalón blanco cae inconsciente... ¡Diez!
5 comentarios:
Chale.. hubiera sido mejor golpear en la cara de Dios, jaja... saludos, hermanito.
jajajajajajajaja
un texto tipicamente infrahuevon
Mi querida Mengana: Es obvio, el infrahuevonismo sigue vivo. Tu podrías hacer un ensayo sobre la estética infrahuevonista.
Mi querido James: Lo pensé durante dos segundos, pero en unfermero merece una golpiza por no ser lo suficientemente hombre y dedicarse de lleno a la medicina...
Bueno bueno
Y ese bueno es bueno o es malo???
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