25 de junio de 2008
De libros y amigos
No es un secreto a voces o algo parecido. Todo aquel que se precie de conocerme está consciente de la importancia que tiene la amistad en mi vida y, mejor aún, sabe que uno de los condimentos para ese nexo se encuentra entre las páginas de un libro. No es casualidad, pues, que Pubis angelical sea algo más que una excelente novela del uruguayo Manuel Puig, y que cada aguacate untado con esmero al calor de una tortilla recién hecha sea el ocasional recordatorio de una tarde de noviembre donde desafortunado fue El último lector que no alcanzó para sí las palabras de David Toscana.
La palabra como nexo; me agrada la idea de reconocer a un cómplice escondido en cada poema de aquella antología de Gutiérrez Vega, encontrada para ti en aquella despreocupada excursión a Querétaro. ¿Verdad, Sikaria? ¿O tal vez deba llamarte Cristina? Tu nombre poético me trae a la memoria, por cierto, a la culpable de mi pasión por Schwob, capaz de hacerme notar todas las posibilidades del agua en un poema de cummings, y responsable directa del azar de aquella posesión compartida entre el maestro Arreola y yo.
El eslabón del azar me recuerda también lo mucho que le debo a La insoportable levedad del ser, y la gran cantidad de personas perdidas y encontradas en cada una de las 320 páginas de aquella edición de Tusquets regaladas por la figura paterna. Así, luego de la promesa del amor que surge de las coincidencias, y el cliché de la chica tras la barra de una cafetería, pienso que es mejor hablar de lo fantasmas.
“¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres”, dice Joyce en el Ulises, y Borges rescata la frase en aquella edición de la Antología de la literatura fantástica compartida entre Elena y yo. Sin embargo, la cita no es un tributo a mi querida chica del asfalto, y más bien evoca la nunca desvanecida imagen de Selene, amiga entrañable de la tierra de Tlaxcala, y lectora, como yo, de ese gran fantasma de la literatura mexicana que es Francisco Tario.
Algunas noches, algunos fantasmas, del buen Tario, debe ser, sin duda, uno de los tantos libros obtenidos gracias a la generosidad de la ya mencionada Elena, sin hache, por favor, que no queremos ocasionar ningún conflicto propiciado por su belleza. La nuestra es, cabe decirlo, una amistad protegida, de una u otra forma, por alguna página de Borges, como se habrá notado líneas arriba.
La presencia de Borges me dará pie para cerrar este texto, no porque se hayan agotado los amigos o los libros que me los recuerden, pues ahí están Paola y la cuarta vuelta por Rayuela, Nohemí oculta tras el monitor y un cuento de Clarice Lispector, entre otras tantas entrañables compañías. No. Si elegí a Borges es porque, al igual que él, me gusta el sabor del café y la prosa de Stevenson. Fue en un libro de este último donde hace dos años coloqué con mucho cariño la caricatura que Melissa realizó para mí en una noche de cervezas en el hotel donde toda la delegación de Querétaro se hospedó con motivo del Encuentro Nacional de Estudiantes de Letras efectuado en Guadalajara, y que hace unos cuantos días, luego de una obligatoria pero gustosa vuelta Stevenson, reencontré con el mismo sentimiento. Un amigo más, como siempre, luego de una grata lectura...
De libros y amigos
No es un secreto a voces o algo parecido. Todo aquel que se precie de conocerme está consciente de la importancia que tiene la amistad en mi vida y, mejor aún, sabe que uno de los condimentos para ese nexo se encuentra entre las páginas de un libro. No es casualidad, pues, que Pubis angelical sea algo más que una excelente novela del uruguayo Manuel Puig, y que cada aguacate untado con esmero al calor de una tortilla recién hecha sea el ocasional recordatorio de una tarde de noviembre donde desafortunado fue El último lector que no alcanzó para sí las palabras de David Toscana.
La palabra como nexo; me agrada la idea de reconocer a un cómplice escondido en cada poema de aquella antología de Gutiérrez Vega, encontrada para ti en aquella despreocupada excursión a Querétaro. ¿Verdad, Sikaria? ¿O tal vez deba llamarte Cristina? Tu nombre poético me trae a la memoria, por cierto, a la culpable de mi pasión por Schwob, capaz de hacerme notar todas las posibilidades del agua en un poema de cummings, y responsable directa del azar de aquella posesión compartida entre el maestro Arreola y yo.
El eslabón del azar me recuerda también lo mucho que le debo a La insoportable levedad del ser, y la gran cantidad de personas perdidas y encontradas en cada una de las 320 páginas de aquella edición de Tusquets regaladas por la figura paterna. Así, luego de la promesa del amor que surge de las coincidencias, y el cliché de la chica tras la barra de una cafetería, pienso que es mejor hablar de lo fantasmas.
“¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres”, dice Joyce en el Ulises, y Borges rescata la frase en aquella edición de la Antología de la literatura fantástica compartida entre Elena y yo. Sin embargo, la cita no es un tributo a mi querida chica del asfalto, y más bien evoca la nunca desvanecida imagen de Selene, amiga entrañable de la tierra de Tlaxcala, y lectora, como yo, de ese gran fantasma de la literatura mexicana que es Francisco Tario.
Algunas noches, algunos fantasmas, del buen Tario, debe ser, sin duda, uno de los tantos libros obtenidos gracias a la generosidad de la ya mencionada Elena, sin hache, por favor, que no queremos ocasionar ningún conflicto propiciado por su belleza. La nuestra es, cabe decirlo, una amistad protegida, de una u otra forma, por alguna página de Borges, como se habrá notado líneas arriba.
La presencia de Borges me dará pie para cerrar este texto, no porque se hayan agotado los amigos o los libros que me los recuerden, pues ahí están Paola y la cuarta vuelta por Rayuela, Nohemí oculta tras el monitor y un cuento de Clarice Lispector, entre otras tantas entrañables compañías. No. Si elegí a Borges es porque, al igual que él, me gusta el sabor del café y la prosa de Stevenson. Fue en un libro de este último donde hace dos años coloqué con mucho cariño la caricatura que Melissa realizó para mí en una noche de cervezas en el hotel donde toda la delegación de Querétaro se hospedó con motivo del Encuentro Nacional de Estudiantes de Letras efectuado en Guadalajara, y que hace unos cuantos días, luego de una obligatoria pero gustosa vuelta Stevenson, reencontré con el mismo sentimiento. Un amigo más, como siempre, luego de una grata lectura...
8 comentarios:
Ay JC, que lindura que me hayas mencionado entre tus amigos, me siento afortunada, en verdad, y sabes que? apesar de estar escondida tras el monitor, soy un ente que existe!!! y te quiereeeeeeee jajaja, que bonito post, y es que es cierto, hay lecturas que no puedes volver a hacer sin recordar a alguien... yo, por ejemplo, ahora, cada vez que pienso en Kundera, te recuerdo a tí, será por las constantes analogías que has hecho de repente... gracias de nuevo, y espero que no dejes de recordarme nunca!!!
besitos miles y harto
cariñosos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Rotita!!!
Que gusto que uno de mis amigos haya leído las linduras que dije sobre ustedes y, mejor aún, que haya tenido el tiempo de escribir un humilde comentario en este texto que casi muere de envidia frente a sus compañeros. Ya ves, una semana después de ser publicado y aún no había recibido un sólo comentario.
Lo bueno es que estás por aquí. Te mando un abrazote, Pink Mimí, y cuídate muchísimo. Aún no he vuelto a recibir el cuento de Lispector. Sigo esperando...
Jc
eeey Juanito...pues mira estoy estrenando blog jojo y aqui escribo un pequeño comentario nomás pa no dejar. Con tu post tan amistoso recordé viejos tiempos de pedas y Maruata jeje....a ver si ahora que estamos de vacaciones nos topamos más seguido pa echar unas regias chelas en mi new place acá en Santa Tere, que si mal recuerdo, todavía ni conoces.
Cuidate y no desaparezcas!!
Paz
Rouse!!!
Soy el primer comentario en tu blog! Y leyendo lo que afirmas en él caigo en la cuenta de lo sabías que son las viejas frases (Cae más rápido un hablador que un cojo), pero lo bueno es que tu blog será chévere y buena onda como vos.
Fijate que yo también recordé el episodio de Maruata al momento de escribir, pero en las costas michoacanas no nos hicimos acompañar de literatura alguna. Pronto escribiré sobre viajes o sobre música, y tal vez ahí sea u buen momento para recordar la noche de fiesta donde Dios DJ raspaba los archivs digitales de tu compu.
Jc
P.d. No he ido a tu casa porque no me has invitado ni tengo la dirección exacta
Cuando leí el libro de la risa y el olvido me acorde de claudia y de amanda. de claudia porque la relacion del bueno y el malo se parece a la que tengo con ella (yo soy la mala) ahora tiene un novio que la maltrata lo suficiente como para que yo pase a ser la mala en otra historia y ella siga siendo la eterna buena de la suya.
de amanda me acuerdo por la escena cursi de las hermanas que se ríen de la risa en su cama de infancia. tantos veranos de volver a la casa materna a reírnos juntas de alguna gracia o de alguna desgracia.
muchos amigos, muchos libros
a) le voy a robar la idea
b) debería ud hacer una secuela
c) de todos modos le voy a robar la idea
Mi estimada Srita Mengana:
Es cierto que maese Kundera es un escritor cuyos personajes más de una vez nos recordarán a unos cuantos viejos y entrañables conocidos.
Sepa ud. que durante la redacción de esta memoria bibliográfica tuve el acierto de recordar que su página blog incluía un listado de sus libros favoritos, mismo que busqué para saber si teníamos algún gusto parecido. Sin embargo, la busqueda fue infructuosa, debido a su decisión de eliminar dicho listado.
Muy cortésmente debo agregar que usted puede disponer de mis ideas siempre y cuando cite el lugar de donde las tomó.
Sin más por el momento, y hasta la próxima noticia suya, le deseo lo mejor.
Su amigo, Jc
Que pedo con tu amigo el joto? Ay mariposita technicolor. Tú fuiste un lameculos para él y ahora te abraza de manera tan lasciva, válgame pues
Quérido anónimo:
Hemos leído tu carta en la redacción y llegamos a una conclusión respecto a tus problemas.
En primer lugar me llama la atención que te escondas tras el anonimato, siendo una manera muy cobarde de aventar la piedra y esconder la mano.
En segundo, tengo un chingo de amigos "jotos", aunque algunos no se hayan dado cuenta. Si lo dices por Gerardo, que sale en la foto del abrazo que acompaña a este texto, pues creo que es hombrecito. Por lo demás, yo no tengo problema con las joterías.
¿Mariposita technicolor es una nueva versión de la canción de Fito? ¿Donde la consigo? ¿Es versión regaeton, o anarcocumbia, como las de Amandititita? ¿Piensas que la canción se debería llamar Mariposititita technicolor?
¡Qué conste en las actas! Sólo una vez le lamí un gluteo a una muchacha. El culo entero no me animo porque A) o sabría a mugre o B) sabría a jabón. Ambos sabores me desagradan. Ergo: no lamere culos nunca.
Y por último, todos mis amigos (Y amigas, por supuesto) me abrazan de manera lasciva. Es parte de mi encanto.
Bueno, querido anónimo, espero que haya quedado claro. No hay rencor por el comentario; aunque algunas respuestas puedan parecer algo rudas y bastas, van sin el menor ánimo de ofender. Es la mera cortesía de la educación que me dieron. La que se obtiene, por ejemplo, dando la cara.
Jc
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