20 de febrero de 2008
Plegaria
Nadie me enseñó a rezar ¿sabes? Supongo entonces que comprenderías si en algún momento soy incapaz de articular una plegaria adecuada, una que al menos te convenza.
Sólo como un gesto, como el que espero que tengas para conmigo, comenzaré por el principio. Suena redundante, lo sé, pero supongo que algo he aprendido estando junto a ti. O, ¿quizás deba corregir?, estando apilada junto a las otras. Porque jamás he estado a tu lado, jamás he sido tuya. Sólo hoy, sólo esta noche soy tu primera opción para el diario ritual de tu escritura.
¿Tú crees que no me he dado cuenta? ¿Crees acaso que ignoro tu hora de llegada; cómo maquinal, fríamente, tomas posesión de tu lugar de amo y señor para inmediatamente posar tus dedos sobre ella? Lo que hemos tenido que soportar, pues no eres tú quien deposita sus ideas sobre nosotras. No. Es ella, quien una vez que ha sentido la punta de tus dedos golpeando una, dos, tres, infinito número de teclas, obedece a tus órdenes para después plasmar tus deseos sobre nuestra blancura. Sólo un clic y listo. Así terminas de vaciar tus ideas, con ella como intermediario, sobre nosotras.
Atribuyo a tu comportamiento la mancha ahora brota de mi ser.
Y las veces que has ignorado tu ritual. ¡Si tan sólo hoy fuera una de esas noches, donde enfebrecido ignoras tu computadora y tú, sólo tú profanas nuestra blancura! Porque, seamos claros, hoy soy la primera, y soy yo quien hoy desea de sentir el roce de tu piel. ¡Si por una noche más ignoraras que la tienes a ella!
Sólo así te pediría lo que nunca te he pedido. Sólo así te pediría que me tomaras con tus manos, que con sumo cuidado me dejaras reposar en la lisa superficie de tu escritorio de madera, mientras preparas, extensión de tu cuerpo, la punta del grafito, para así depositar sobre mí tus más profundos pensamientos. Que iniciaras en la pureza de mi ser, en la virginidad de esta hoja en blanco, la novela erótica de la que tanto has hablado. Sentir el lujurioso desliz con el cual das forma y color a tus personajes.
Y tú, excitado, con el ánimo y la inspiración a punto, plasmando palabra tras palabra, descuidando incluso esas estúpidas reglas ortográficas, sólo para regresar sobre lo escrito y dejar una nueva mancha sobre mí, una mancha tuya, producto de tu pensamiento, y no de mi naturaleza.
Escucho entonces el sonido de la llave, penetrando en la ranura de la puerta, el movimiento circular de la cerradura que ahora, milagro de tu mano, cede con la impaciencia del que trae una nueva idea rondando en la cabeza. Mi plegaria surte efecto; tras el prometéico acto de traer la luz para nosotros, te abalanzas sobre mí.
Tiemblo al sentir el pulso de tu corazón en la punta de tus dedos; me manipulan, me sostienen, sólo para comenzar a comprimirse sobre mí. ¿Por qué? ¿Por qué me oprimes; por qué me asfixias y cierras la luz entre tus dedos que ahora se reúnen en un puño? Recogida sobre mí misma por la fuerza de tu mano, mientras me abandonas a mi suerte en el cesto de basura, alcanzo a distinguir unas cuantas palabras que refieren mi estado mancillado. Nunca pensé que te importara tanto una pequeña mancha sobre la que yo creí mi inmaculada superficie...
7 comentarios:
A mí, antes me seducía el romántico placer de tomar papel y lápiz, para comenzar el ritual de la escritura. Inclusive me sentía como un hereje, de la magia que ejercen las musas en ese ritual, cuando por razones de tiempo vaciaba mis pensamientos directo al Hard Disk de mi PC.
Pero tristemente, ahora siempre lo hago así, pues mi mano derecha es tan lenta para los manuscritos que prefiero la rapidez del teclado. Ni modo, como todos los amores, o se renuevan o se mueren.
Buen blog. Tapatío, qué mejor.
Jajaja, que hermosa, linda manera de darle vida a una hoja...
Yo ya nunca escribo sobre papel, me da no sé que... jejeje
;)
good good!!!
Saludos, CarnaLino!
Así es el asunto de las hojas, todas esperan ser desvirgadas por una mano poderosa y creativa, pero somos tan huevones que incluso eso lo tienen que hacer las máquinas... Inyección de tinta, ve tú a saber cuantas cosas más, que no soy tan docto en el área de las impresoras, mucho menos en el corazón de las pobres hojas...
Y creo que la misma respuesta aplica para ti, mi querida Rota, aunque en tu caso he de decir que al ser mujer, conoces mejor el deseo de una hoja del sexo femenino que desea sentir el cariño de su hombre, no de una mano que la haga pedazos entre sí.
Aunque no creo que así sean todos los escritores.
Yo escribo en blog, cierto, pero a veces caigo ante la tentación de una virginal hoja en blanco...
Saludos a ambos!!!
Lo de la virginidad de la hoja me recordo un cuento sobre las cuentacuentos que no he vuelto a encontrar, se llama solo así "La página en blanco"
me encantó tu cuento, ahora seré asidua de tu blog
Un abrazo
Mi Querida Svetlas!!
Un gusto tener noticias tuyas, sobre todo si éstas vienen a partir de de una visita a este espacio. Me da gusto también, saber que este cuento haya sido de tu agrado, y espero que el resto del contenido no te sea desagradable.
Mamón, verdad?? Por un lado es la cortesia para agradecer la visita, y por el otro, un pretexto para dejar de lado la seriedad y decir: a chelear a Puebla!!! Digo: Al CONEL a Puebla!!!
Mientras eso sucede nos vemos por aquí.
Un Saludo.
JC
te dejo el link al cuento de la pagina en blanco que te habia dicho.
http://balonsoes.blogspot.com/2007/11/isak-dinesen-la-pgina-en-blanco.html
me lo encontre en un blog
un abrazo
Menganita!!!
Gracias por el texto. Prometo revisarlo muy pronto.
Y parafraseando a Cerati
Gracias... totales!!!
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